¿Cuánto cuestan las invitaciones de boda?
La gran pregunta que todos os hacéis llegado el momento ¿cuanto cuestan unas invitaciones de boda?
Y esta es mi gran respuesta ¿qué valor tienen para ti?
Este es un post de reflexión, para todas aquellas parejas que aún no tenéis invitaciones para vuestro gran día y que estáis en pleno proceso de búsqueda. Y también, por qué no, para los que ya habéis pasado esa fase, incluso ya os habéis casado y tenéis la experiencia guardada en vuestra estupenda agenda de recuerdos bodiles y queréis aconsejar a los siguientes.
Mi experiencia como novia me enseñó hace ya unos cuantos años que la calculadora se llega a convertir en tu sombra cuando te embarcas en la gran aventura de preparar una boda. El vestido, las flores, el banquete, los regalos… ¡las invitaciones! 🙈
Y muchas antes de comenzar a buscar y valorar opciones, tomáis esta decisión: “Si podemos, nos las hacemos nosotros, y si no algo barato, que para que las guarden en un cajón, no quiero que nos gastemos un pastón”.
Antes de seguir adelante, déjame que te explique algo importante para que puedas tomar la decisión más correcta.
Actualmente en el mercado hay una oferta casi infinita de papelería para bodas. Hay empresas de una altísima calidad no solo en materiales sino en procesos de trabajo, diseños, detalles y dedicación y otras que ofrecen un producto muy barato recortando en calidad de materiales y empleando diseños estandarizados, poco elaborados o muy recargados y, por qué no decirlo, plantillas gratuitas por las que obtienen un beneficio sin hacer nada. Todo esto se traduce en VALOR, que puede ser alto o bajo.
VALOR vs PRECIO
El VALOR no es lo mismo que el precio (muchos lo confunden), pero sí está directamente relacionado. Y los conceptos de CARO o BARATO mucho tienen que ver con el VALOR de las cosas.
Aprenderlo es así de sencillo:
- BARATO: su precio está por debajo de su valor. O lo que es lo mismo, la calidad está por encima de su precio.
- CARO: su precio está por encima de su valor. De ahí la frase «lo barato, puede salir caro» porque estamos pagando más por menos calidad de la que corresponde.
¿CÓMO DISTINGO SI ALGO ES CARO O BARATO?
A veces no es sencillo ya que el valor muchas veces es subjetivo. No todos le damos importancia a las mismas cosas ni valoramos de igual modo los detalles. Aquí entran en juego el gusto personal y la «educación» por llamarlo de alguna manera en «valores» que tengamos (en este caso artísticos y económicos).
El valor añadido de un producto, en este caso unas invitaciones o papelería de boda, puedes encontrarlo en muchas partes. En un diseño bonito, cuidado y original. En una dedicación y cariño por parte de su creador (no tienen el mismo valor los productos creados en masa, que los productos artesanales donde se cuida más el detalle). En el servicio pre y postventa y la cercanía y trato personal de su creador. Esa conexión que te hace sentir seguridad y que estás en buenas manos tiene un valor incalculable. Cada extra añade valor al producto, y por lo tanto aumenta su precio.
Cuando ya has mirado varios «escaparates» y has comparado precios, servicios y sabes «valorar» todo en su justa medida, sabrás identificar si algo es caro o barato y tomar una decisión más correcta.
Antes de entrar en materia… UN PEQUEÑO APUNTE EMPRESARIAL
Si eres ajeno al mundo empresarial, desconocerás que detrás de cada trabajo hay muchas cosas (y gastos) que valorar. Por eso, cuando pienses en pedir descuentos o rebajas, o que algo es caro, resta todo esto al presupuesto que te ofrecen, para saber realmente lo que está ganando esa persona. ¡Te sorprenderás!
- Materias primas y tarifas de servicios como impresión, papel, tinta, sobres… 🔝 (que nos suben y actualizan cada año, aunque nosotros mantengamos nuestros precios, asumiendo muchas veces esas subidas) Pueden suponer un 50% o más del total del presupuesto a restar.
- Cuota de autónomos 🔝 (que sube y sube sin piedad cada año).
- IVA: Ese porcentaje del presupuesto que no nos podemos quedar. No es beneficio. Aproximadamente a restar un 21% del total del presupuesto (dependiendo del producto o servicio).
- IRPF 🔝 (de lo que ganamos para poder ofrecerte un buen servicio y producto, hay que volver a pagar otro porcentaje a los señores de hacienda) También lo tenemos que restar del beneficio. Puede suponer otro 20% a restar del total del beneficio.
- Luz 🔝 (poco que añadir sobre la subida de la luz, necesaria para hacer cualquier trabajo, sea físico o digital)
- Alquileres (local, maquinaria)
- Materiales que se desgastan y que son necesarios para la elaboración del trabajo (ordenador, baterías, discos duros…)
- Comer: Los diseñadores tenemos la mala costumbre de comer para sobrevivir 💁.
- Mano de obra: Las horas y horas que empleamos para realizar el trabajo, y que nada tienen que ver con el beneficio que obtenemos por todas esas horas (preparación de presupuestos, mails, bocetos, gestión de proveedores, preparación de envíos)
- Etc, etc, etc…
Si pensabas que el total de un producto o servicio, es lo que se queda el profesional ¡sorpresa! acabas de descubrir que para nada es así. Si al total que pagas, le restas todo esto, el beneficio real del profesional es mucho más bajo de lo que puedas imaginar, y necesita trabajar mucho para poder ser rentable y mantenerse en pie.
A veces, encontramos cuentas o personas que ofrecen los mismos servicios pero mucho más baratos, porque en la mayoría de los casos hacen caso omiso al pago de impuestos (cuotra de autónomos, IVA, IRPF), quedándose con todo el beneficio, generando una competencia desleal, tirando precios y arruinando así el sector. ¿Imaginas que todos hiciéramos lo mismo?
LLEGA EL MOMENTO DE ELEGIR TUS INVITACIONES, ¿POR DÓNDE EMPEZAR?
Coge las invitaciones de la última boda a la que te invitaron y piensa: ¿Me gustaría que mis invitaciones fueran así? Si la respuesta es sí, adelante, seguro que sorprendes a mucha gente. Si la respuesta es no, ponte manos a la obra para buscar la mejor alternativa para enamorar a tus invitados. Piensa, que jamás nadie te dirá que tus invitaciones no les gustan (es tu día, no te van a chafar), igual que tu tampoco se lo dijiste a aquellos amigos o familiares, por eso el mejor punto de partida es valorar lo que ya tienes de otros. Sabes que serán el primer recuerdo que tendrán todos los invitados (los que no puedan ir, será lo único que puedan tener) y no quieres fallar. No son un trozo de papel dentro de un sobre, son el primer detalle de la boda.
OPCIÓN A – HANDMADE o DIY (o lo que es lo mismo, yo me lo guiso, yo me lo como)
Si partimos de la base de que habéis decidido hacéroslas vosotros mismos porque vosotros no valoráis esta parte de la boda tanto como otras, o porque preferís destinar esa partida de vuestro presupuesto en otros detalles, dejadme que os de algunos consejos:
Piensa en lo que a ti te no te gustaría recibir (será más fácil pasar el primer filtro si empiezas descartando opciones).
- HORAS: Saca un buen puñado de horas o días para poder buscar referencias, diseños, recursos y herramientas para hacer el diseño.
- IMPRESIÓN CASERA: Si las vas a imprimir en casa: ¿en qué papel? Piensa que no valdrá cualquiera y que cada impresora puede ser un mundo. Añade a tu presupuesto de la boda una partida para comprar varios papeles para hacer pruebas antes de sacas las definitivas (porque, siento decírtelo, pero al imprimir te vas a equivocar varias veces, o te quedarás sin tinta… siempre pasa, se llama Ley de Murphy).
- IMPRESIÓN PROFESIONAL: Si las vas a imprimir fuera: ¿imprenta profesional o copistería del barrio? Asegúrate de entregar el diseño de la forma más correcta para que no te cobren un extra por la adaptación. A los profesionales no les sirven los documentos de cualquier manera o como lo «apañarías» para la impresora de casa.
- SOBRES: Busca los sobres, seguro que entre todas las papelerías de la ciudad o las cientos de tiendas online encuentras los que mejor se adapten. Si no tienes prisa, quizás puedas esperar un par de meses a que lleguen desde la otra punta del planeta.
Ya lo tienes todo, ahora toca examinar todo el material, devolver lo que no está correcto, volver a encargar lo que falta, esperar de nuevo y empezar a montarlas.
OPCIÓN B – CONTRATAR A UN PROFESIONAL
Te has visto envuelta en la elaboración “handmade” y te has dado cuenta de que tu creatividad es lo suficientemente nula como para que quien las quiera guardar en un cajón seas tu misma y que todo el tiempo que has perdido y el dinero gastado han hecho que te encuentres a 3 meses de la boda y aún estés a verlas venir… no te queda otra que buscar a un profesional para que te haga el trabajo.
O directamente sabes que no tienes tiempo o ya tienes fichadas las invitaciones de tu vida, que te enamoraron nada más verlas y estás deseando contactar con esa diseñadora a la que hace tiempo que sigues en redes sociales, porque te encanta su trabajo y sabes que le pone un cariño y dedicación muy especiales y quieres que sea ella la que te acompañe en todo el proceso.
Muchas veces pensamos que un diseñador profesional no sabrá lo que nos gusta o no lo hará como queremos pero, si lees las opiniones de otros clientes o miras detenidamente su trabajo, te darás cuenta de que es todo lo contrario y de que no solo suele dar en el clavo, sino que lo ha hecho en mucho menos tiempo y ha sabido encontrar los materiales más adecuados sin que tu pierdas ni un segundo en buscarlos, ayudándote a ahorrar algo muy importante para ti: tiempo y dinero. Calcula el valor que tienen los quebraderos de cabeza cuando tienes mil cosas por hacer, mirar y sitios que visitar… Además, seguramente te dará un respaldo en momentos de crisis (con la pandemia del COVID-19 muchos nos hemos puesto al frente sin dudarlo, sacrificando nuestro tiempo y dinero regalando servicios y recursos gratuitos para ayudar a muchos afectados, a pesar de no tener ingresos por la parálisis total del mercado nupcial)
Volviendo al tema del precio, voy a poner un caso real y voy a ser muy directa (que nadie se me ofenda, solo quiero abriros los ojos):
«Hola, queremos una invitación que sea original, a ser posible a medida, bonita, pero sencilla y que no nos cueste mucho ya que nuestro presupuesto es muy ajustado”.
Este es un claro ejemplo de lo que en nuestro idioma se traduciría por “BUENO, BONITO Y BARATO”
*Hablo casi todo el rato en femenino, porque el 90% de las encargadas de este tema solemos ser nosotras jeje 😛
Querida mía, el «bueno, bonito y barato» no existe. Si algo es bueno es porque sus materias primas son de calidad, si es bonito es porque se le ha dedicado tiempo y cariño (el tiempo tiene un precio, por eso no trabajamos gratis, tu tampoco) y si es barato es que vale más de lo cuesta y generalmente, como decía mi abuela, nadie da «duros a cuatro pesetas».
Es muy comprensible que cuando te vas a gastar más de 15.000€ en dar de comer 100 personas, 6.000€ en el alquiler de la finca, 5.000€ en un viaje increible, 2.000€ en un vestido que solo te vas a poner un día, 1.500€ en unas flores que morirán a la mañana siguiente de la boda y 700€ en unas alpargatas de los chinos (a los fotógrafos y videógrafos los dejo aparte porque muchas veces van en el mismo saco que las invitaciones, por desgracia), no quieras destinar mucho presupuesto para unas preciosas invitaciones que sean la carta de presentación de vuestra boda y que seguramente harán llorar a más de una cuando las reciban de vuestras manos (doy fe de que eso pasa) para que luego las metan en un cajón y pasen a la historia como “estas no las tiramos, porque son las más bonitas de todas las que tenemos”.
Novias y novios del mundo, necesito contaros un secreto, algo que jamás seguramente os hayan dicho antes, puesto que sólo la voz de la experiencia puede conocer.
Las invitaciones de boda, posiblemente van a ser el menor gasto que vais a tener de toooooodo lo que vais a contratar para vuestra boda.
Pero no porque no estéis dispuestos a pagar por ellas lo que un profesional os va a cobrar -veasé profesional como aquella persona con la que contactáis porque os encanta su trabajo y que tiene una formación, experiencia y especialización en el sector, demostrable y que no se dedica a pintar paredes y en su tiempo libre «juega a diseñar»-, sino porque realmente son lo más económico en proporción al trabajo y experiencia que llevan detrás.
Y no hablo de esas que se venden por catálogo en las imprentas (todos mis respetos a las imprentas de toda la vida) y que han visto ya tu prima, tu vecina Mari y hasta tu abuela (sí, querida, algunas ya las vendían cuando se casó tu abuela), hablo de esos diseños que son tan «IN» y que cambian cada año, que son tan diferentes a todo y que los diseñadores hacen con todo el cariño y la profesionalidad del mundo, una a una, pensando en todos los contenidos y sobretodo pensando en tí, en tu boda y en tu gran día. Hablo de las horas que pasan buscando las tendencias más TOP del momento, luchando contra una competencia infernal que muchas veces tira los precios vendiendo modelos prefabricados o que como está de moda hacer invitaciones, «pues yo también las hago». Hablo de los años de preparación, de las horas de luz gastadas, de las cuotas de autónomos, de las pruebas impresas, de los viajes aquí y allá para encontrar “ese aquel” que haga que te enamores de sus diseños y quieras tenerlos a toda costa.
Para terminar solo quiero que hagáis un ejercicio. Poned encima de la mesa el dinero que cuesta el material que tendríais que comprar para vuestras invitaciones soñadas, el precio por las horas que tardaréis en encontrar ese material, darle forma, diseñar “algo” en un word que no sabéis ni cómo imprimir, el papel, los sobres, la tinta (o precio de la imprenta), las horas delante de la impresora que ahora imprime y ahora no... la gasolina, luz, horas y horas de pruebas, montaje, etc… y meterlo todo en una cajita.
¿Seguís pensado que la carta de presentación de vuestra boda es cara? 😉
RECUERDA: SOLO TENDRÁS UNA OPORTUNIDAD DE CAUSAR UNA PRIMERA BUENA IMPRESIÓN.
Saber valorar el trabajo de un diseñador, es tan importante como hacerlo con la florista que decorará tu boda, el cocinero que preparará el banquete o el Dj que se encargará de la fiesta. A no ser, que decidas hacerte tu propio ramo, el vestido, preparar tu propia tarta nupcial y elaborar todo el banquete. La única pega de todo esto será que quizás, cuando otros necesiten a ese profesional para sus bodas ya haya desaparecido, porque muchos no supieron valorarlo en su momento y ha tenido que cerrar.
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